Si bien esta semana comenzamos las clases el miércoles, mucho nos ha dejado
de qué hablar en esta entrada de blog, por lo menos así lo veo. Con la entrega
de varios trabajos y exposiciones de otros tantos, he visto que en el trabajo
del animador hay una palabra que no desaparece prácticamente de su campo de
actuación: la asociación.
En el trabajo de Animación y Gestión Cultural trataba
sobre exponer la labor y la organización de una asociación o entidad cultural
y, por otra parte, en Desarrollo Comunitario teníamos que hacer un listado y
explicar muy brevemente alguna de las asociaciones del barrio/territorio que
hubiéramos escogido. ¡Qué cantidad de asociaciones! De todo tipo, en cualquier
zona y dirigida a prácticamente cualquier destinatario de la comunidad. Y es
que no nos hemos fijado hasta ahora de lo que supone una asociación y lo que
implica la simple existencia de ella para una comunidad.
Como parte de una actividad complementaria, asistí a unas
jornadas sobre asociacionismo en la Unión de Consumidores de la Comunitat
Valencianal el pasado lunes 24 de octubre. En ella se explicaba la evolución
del derecho a asociarse que tanto ha costado y tantos beneficios nos ha traído
a la población. El hecho de asociarse no es una acción artificial ni forzada, surge
del sentimiento humano por socializarse, por compartir espacios e intereses
comunes, por el deseo de defender y estimular acciones y proyectos que siempre
nutren a la comunidad.
El asociacionismo no es un fenómeno pasajero, es una
constante en la historia de la humanidad, recoge las necesidades y exigencias
de los individuos que aislados no tienen la misma capacidad que en grupo. La
asociación, el conjunto de personas que tienen intereses comunes, dota de
entidad a todas esas personas y las anima a seguir y conseguir sus propósitos
de creación e incluso ir más allá y crecer. Todas las asociaciones y entidades
culturales que hemos visto en clase de AGC, por el momento, no tienen un fin
definido que dictamine la disolución de sus componentes. Se trata de un proceso
que enriquece a la comunidad y la comunidad, en buena respuesta, devolverá a la
asociación.
Ver en clase tantas asociaciones y entidades diferentes,
con proyectos distintos, destinados a personas muy vario pintas saca a relucir
una de los mejores aspectos de ésto: y es que cualquier persona o
grupo/colectivo puede intervenir e implicarse en la vida social, cultural y
política de su comunidad. Pueden parecer asociaciones pequeñas con proyectos
que a penas llaman la atención o que no tiene reflejo evidente, pero se trata
más bien de que sus objetivos son implicar a las personas en su entorno. La
comunidad no debe dejarse al azar y al destino de la administración pública
(ojo, que no menospreciamos el papel de apoyo y sostén que ejerce los gobiernos
locales/municipales/provinciales/autonómicos/nacionales en el asociacionismo),
pues la comunidad como ente organizado debe nutrirse de aquéllo que las
personas pueden ofrecerle y viceversa.
El asociacionismo, si bien es un derecho que ha costa
mucho tiempo de revindicación y reconocimiento, también es consideramos que es
un deber de los individuos/grupos/colectivos hacia la comunidad en la que se
encuentran.
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