El mercado
medieval conquisto desde la Plaça dels Furs hasta el Pont
de Serrans entre el 7 y el 12 de Octubre en Valencia.
Y es que
como cada otoño los vapores de las piezas de carne cocinadas a la
brasa, los tés y las especias se fundian en una sola atmósfera para
crear un ambiente único. Los ibéricos y quesos, las mantas,
colgantes y prendas entre otros productos eran los más ofertados en los
distintos puestos emplazados a lo largo de todo el Pont de Serrans. No faltaban tampoco especias con todo tipo de
propiedades sanadoras y fortalecedoras. Desde remedios para los dolores más
comunes hasta hierbas para dejar de fumar o para evitar la perdida de memoria.
Acompañando a
este despliegue gastronómico y de medicina natural, se podrían encontrar
numerosos artesanos, creando al descubierto, las piezas para su posterior
venta. En concreto había un chico joven que llamaba la atención de todos los
viandantes, se podía distinguir donde se encontraba por el tumulto de gente que
lo rodeaba. Este chico elaboraba piezas de madera al momento, con una
velocidad, eficacia y maestría envidiables, aunque no es esto lo que más
llamaba la atención. Este joven contaba con un artefacto que despertaba la
curiosidad de muchos, una maquina completamente hecha de madera, con sus
engranajes y poleas funcionando al compás de lo que podría parecer un ritmo
ilusorio. Incluía además figuras que aun cumpliendo una función decorativa,
eran parte del mecanismo y su funcionamiento.
Para complementar la fiesta los niños podían además
disfrutar de distintas atracciones situadas por toda la feria, atracciones para
que pequeños y mayores para que padres, madres y niños pudieran disfrutar de
una entretenida y educadora salida en familia..
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